EL DESAYUNO DE DON VENANCIO CARVANTES


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Mont-ral, 28 - 8 - 10

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Para un rico desayuno
casca huevos don Venancio,
los hierve en su potecito
y fríe tocino rancio.

Este manjar exquisito
es huevo de cigarrón:
la madre, ya de chiquito,
le cantaba esta canción:

“No te hurgues las narices,
come, mi niño bonito,
porque vienen las lombrices
y te quedas sin huevito.
Silba el loro Colorito:
‘coño con el cabroncito.’”
*
Los cigarrones son verdes
y llevan las pelotitas
escondidas en sus vainas,
sujetas y calentitas.

Nunca le dijo a Venancio
que los verdes huevecitos
eran sólo guisantitos
sin cigarrones ni pitos.

Así creció don Venancio,
creyendo que el cigarrón
era un animal fuertote
como un negro cimarrón.

Cuando llegaron los negros
se acercó el niño Nancito
por si acaso le enseñaban
sus brillantes huevecitos.

La risa se oyó en Berlín,
en el Congo, en Perejil,
en el lago Titicaca,
en Islandia y en Pequín.

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Don Venancio, de mayor,
se prepara el desayuno;
los huevos los quiere verdes,
y los toma de uno en uno.

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EL GAITERO DE LAS PEÑAS (FEROCES)

3 comentaris:

Israel Clarà (La figa del Papiol) ha dit...

Doncs espero que Don Venancio, que per cert ara fa molt que no sabem res d'ell, no empri els pèsols per a tots els usos pels quals es poden emprar els ous, perquè si ho fa la cosa no acabarà massa bé... Una abraçada ben forta!

Josep Gironès Descarrega ha dit...

Mon sogre es menjava els ous bullits en el temps que costava resar tres credos; i l'oncle Blai, frescos, els foradava amb una agulla i els xuclava.

Mon ha dit...

aisss, aquest don Venacio es un crack