EL CRÍTICO PERSEGUIDO Y EL NOVELISTA OFENDIDO

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EL CRÍTICO PERSEGUIDO
O
EL NOVELISTA OFENDIDO

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Caminaba don Venancio
por los senderos del Tuerto
cuando aparece una tibia
en la Caseta del Muerto.

“¡Caramba, vos, don Fidencio,
“vaya siesta habéis echado,
“cualquiera diría, al veros,
“que en huesos habéis quedado!”

“Es cierto, amigo Carvantes,
“mas no estoy aquí por gusto,
“sino porque me persigue
“el imbécil de don Justo.”

“Vos con miedo? A ver, decidme,
“¿de qué Justo habláis, Fidencio,
“de ése que mata a los críticos
“por la espalda y en silencio?”

“De ese mismo, don Venancio.
“Le molestó un comentario
“que sobre su mamotreto
“publiqué en cierto diario.

“Desde entonces me persigue
“por veredas y senderos,
“me amenaza sin descanso
“y me quiere prender fuego.

“Me escondo en los cementerios,
“para eludir el asunto,
“que al Justo de los cojones
“le dan miedo los difuntos.”

“¡Ja, ja, ja, mi buen Fidencio!
“No os acongojéis por eso,
“pues a mi no me amedrenta
“ni todo el infierno en peso.

“Al anochecer os traigo
“de Justo los higadillos,
“con los dientes rechinando
“ y los huevos encogidos.”

En efecto, en noche oscura
y en la Caseta del Muerto,
aparece don Venancio
dando saltos por el huerto,

lleva en un brazo a don Justo
en pelotas picadillas,
mientras le da de mandobles
con un manojo de ortigas.

“Nunca más, jurad don Justo,
perseguiréis periodistas.
A cambio, amigo Fidencio,
no fustiguéis con malicia,
pues nunca terminaréis
con los malos novelistas.”
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EL GAITERO DE LAS PEÑAS (FEROCES)