COPLILLAS DE LAS DE ANTES
DEL CABALLERO CARVANTES
- Dedicadas al poeta
don Israel Gargameta-
*
Estaba el tal caballero
denominado Carvantes,
cabalgando en su jamelgo
de nombre Currocinantes.
Al caballero le cuelgan
los dos güevos por la silla:
son los que penden del cinto
a modo de campanilla.
Cuando llegan a la venta
de la bella Dulcinilla,
ven una fuente de güevos
que es todo menos sencilla:
güevos pasados por agua,
güevos duros, güevos pochos
güevo hilado, güevos fritos,
güevo amasado en bizcochos.
Encima de cada loncha
de bien curado tocino,
descansaban tres güevines
de tórtola o palomino.
Dulcinilla, la más bella,
puesta en jarras, voz en grito,
cantaba aquella coplilla
que fabla del arbolito:
“Tres huevitos madre tiene el árbole,
el uno en la rama los dos en el pie,
me robaron dos, me robaron tres.
Inés, Inés, Inesita, Inés. »
El caballero Carvantes,
en oír canción tan triste,
descabalga del jamelgo
y ataca, su lanza en ristre.
“¿Quién osa robar los güevos
“de la hermosa Dulcinilla?
“Aquí está este caballero,
“¡ved esta lanza que brilla!”
“No hay tal ladrón, don Carvantes”,
dicen la madre y la abuela.
“Para güevos, los de antes,
“ aquí tenéis la cazuela,
“preparados los veredes:
“comedlos y que aproveche,
pero no deis esos gritos
que se os cortará la leche.”
Así terminó el asunto;
comió huevos don Carvantes
mientras que las campanillas
le sonaban por delante.
EL BALCONERU
DEL CABALLERO CARVANTES
- Dedicadas al poeta
don Israel Gargameta-
*
Estaba el tal caballero
denominado Carvantes,
cabalgando en su jamelgo
de nombre Currocinantes.
Al caballero le cuelgan
los dos güevos por la silla:
son los que penden del cinto
a modo de campanilla.
Cuando llegan a la venta
de la bella Dulcinilla,
ven una fuente de güevos
que es todo menos sencilla:
güevos pasados por agua,
güevos duros, güevos pochos
güevo hilado, güevos fritos,
güevo amasado en bizcochos.
Encima de cada loncha
de bien curado tocino,
descansaban tres güevines
de tórtola o palomino.
Dulcinilla, la más bella,
puesta en jarras, voz en grito,
cantaba aquella coplilla
que fabla del arbolito:
“Tres huevitos madre tiene el árbole,
el uno en la rama los dos en el pie,
me robaron dos, me robaron tres.
Inés, Inés, Inesita, Inés. »
El caballero Carvantes,
en oír canción tan triste,
descabalga del jamelgo
y ataca, su lanza en ristre.
“¿Quién osa robar los güevos
“de la hermosa Dulcinilla?
“Aquí está este caballero,
“¡ved esta lanza que brilla!”
“No hay tal ladrón, don Carvantes”,
dicen la madre y la abuela.
“Para güevos, los de antes,
“ aquí tenéis la cazuela,
“preparados los veredes:
“comedlos y que aproveche,
pero no deis esos gritos
que se os cortará la leche.”
Así terminó el asunto;
comió huevos don Carvantes
mientras que las campanillas
le sonaban por delante.
EL BALCONERU
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